Como hijos de Dios tenemos una gran promesa, que Dios nunca nos dejara ni nos desamparara. Cuando estamos en la cima de la montaña y todo nos sale bien, no tenemos duda de las bendiciones de Dios ni de sus promesas a nuestra vida. Miramos con optimismo el futuro.
¿Por qué se nos hace difícil tener la misma seguridad cuando estamos pasando por la aflicción? ¿Por qué dudamos de la presencia y dirección de Dios en estos tiempos? Ponemos en duda hasta la fuente de las promesas. Pensamos, ¿habré escuchado bien? ¿Fue Dios quien me hablo? Todos hemos pasado por estos tiempos, si tu no lo has experimentado ya lo vivirás te lo aseguro.
Buscando una palabra de Dios y dirección no solo para mi vida sino para todos ustedes, me detuve en un verso. Vamos juntos a recibir la revelación que el Señor trae a nuestras vidas.
21” De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna de nube para indicarles el camino; de noche, los alumbraba con una columna de fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche. 22 Jamás la columna de nube dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.” -Éxodo 13:21-22
Voy a definir unos términos antes de entrar en lo que Dios me mostro.
- Al frente = hacia Adelante, al mando, asumir la dirección de un grupo.
- Columna = soporte vertical
- Fuego bíblico = Dios es fuego consumidor, fuego purificador.
En este verso el día significa el tiempo de reposo, la columna de nube es el soporte de Dios, su presencia palpable en nuestras vidas. Es en el día cuando podemos ver manifiesto el favor y las bendiciones de Dios. Veamos como leería el verso si usamos las definiciones de arriba.
21” De día, el Señor iba (al mando, hacia adelante) (como un soporte) de nube para indicarles el camino; de noche, los alumbraba (como un soporte) de (fuego purificador). De ese modo podían viajar de día y de noche. 22 Jamás (el soporte de nube) dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni (el soporte de fuego purificador) durante la noche.” -Éxodo 13:21-22
En el día el Señor marcha al mando de su pueblo lo cual quiere decir que los dirige. Si aplicamos esto al día de hoy, es en este tiempo cuando las puertas se abren, tenemos el favor de Dios en todo lo que hacemos, nuestras oraciones son contestadas, vemos milagros y prodigios a nuestro alrededor, promociones, crecimiento espiritual acelerado, salud y una conciencia mayor de la presencia de Dios en nuestras vidas. En otras palabras, la vida nos sonríe.
La noche, por el contrario, simboliza el tiempo de prueba y tribulación. De repente nos sentimos solos y aislados. Nuestros planes no resultan como esperamos, no vemos respuesta a nuestras oraciones (o simplemente pasa lo opuesto a lo que pedimos), se quebranta la salud, la muerte toca de cerca nuestra vida, se pierden trabajos, matrimonios rotos, hijos rebeldes. La presencia de Dios no abandona al creyente más la oscuridad alrededor puede desorientar, distraer, retraer, atemorizar y/o deprimir a un cristiano.
En la noche, Dios dirigió a su pueblo con una columna de fuego. En nuestro tiempo Dios, que es fuego consumidor, utiliza este tiempo para purificar nuestro corazón. Con el fuego de la prueba, salen a relucir las verdaderas intenciones de nuestro corazón. Nuestros miedos, egoísmos, orgullo, pecados y falta de perdón. El fuego y el tiempo que estemos en el va determinar el grado de fe que tenemos, cuanto conocemos a nuestro Dios, nuestra perseverancia y coraje. Es en el fuego donde Dios moldea nuestro carácter, aquel que toda su vida dependió de la opinión de las personas ahora saldrá del fuego fortalecido, sabiendo que lo que Dios dice de él es más importante que lo que piensan los demás. Aquel que vivió con orgullo, el fuego le enseñara que nada puede poseer con el orgullo. Que las cosas más importantes de la vida se obtienen con humildad. Sabiendo que Dios es quien nos da y quien nos quita, y al final se hace siempre su voluntad.
Es en la noche cuando Dios parece lejano, no podemos escucharlo, no lo sentimos. De igual manera se sintió Jesús en la cruz, 46 Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza:— Elí, Elí, ¿ lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”). -Mateo 27:46
Momentos antes de morir, Jesus se sintió solo y abandonado, más nosotros sabemos que su Padre nunca lo dejo, le estaba preparando la bienvenida a su reino nuevamente. Dios nunca nos abandona. Aun en medio de nuestra prueba, él está presente. Nuestro carácter está siendo moldeado, las fortalezas están siendo demolidas, nuestras ataduras rotas. En realidad, estuvimos presos del pecado por tanto tiempo que nos acostumbramos a muchas cosas. Y en el proceso para purificarnos, el Señor tiene que arrancar de nosotros esas cosas.
¿Qué paso con el pueblo de Israel una vez estaban en el desierto? El calor, cansancio y hambre los hizo recordar cómo vivían en Egipto, y por un momento desearon ser esclavos nuevamente y volver a esas tierras de donde Dios los liberto (Éxodo 16:3).
No cometas el mismo error, no mires atrás deseando el tiempo pasado ni la vida de la cual Dios te rescato. Tu vida iba camino a la muerte eterna y Dios en su misericordia te acogió como su hijo, te sello con el Espíritu Santo y puso tu nombre en el libro de la vida, ¡que mayor regalo que ese!
La noche no es eterna, tiene su principio y tiene su final. Al pasar la noche en tu vida, viene un nuevo día, nuevas fuerzas, nuevo carácter, nuevo nivel espiritual. Es ahí cuando Dios puede hacer la obra en nosotros y a través de nosotros. Sin la noche, no hay crecimiento, sin crecimiento no hay carácter, sin carácter no hay manifestación de poder y sin manifestación de poder el evangelio estaría muerto.
Todos tenemos que pasar por un proceso. Manténganse firmes en la fe, el Señor no nos abandona. No importa la prueba que estés atravesando, Dios está a tu lado. Los animo a incluir en su oración la petición que Moisés le hiciera a Dios en su tiempo (Éxodo 33:15-17).
Oración:
Señor Jesús, alabado sea tu nombre. Señor, ayúdame a recordar que tú nunca me abandonaras. Quiero que tu presencia me acompañe tal como lo hiciste con Moisés. Quiero ser agradecido en el dia y perseverante en la noche, sosteniendome en tus promesas, guiado por tu palabra. Quiero estar donde tu estés, e ir a donde tú quieres que vaya. Contigo todo y sin ti nada mi Dios. Gracias por escuchar mi oración. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amen.
Otras lecturas recomendadas:
- Isaías 48:10
- 1 Pedro 4:12
- 1 Pedro 4:19
- 1 Pedro 1:6-7
- Salmos 18
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