En el artículo anterior discutimos la diferencia entre una persona religiosa y una persona cristiana (que tiene una relación con Dios). Voy a compartir con ustedes parte de mi testimonio.
De niña se me enseño a creer en Dios. Pertenezco a una familia grande y recuerdo que mis hermanos mayores no gustaban mucho de ir a la iglesia que mi mamá nos llevaba. Pasado un tiempo, dejamos de asistir a esa iglesia y yo comenzé a asistir a otra denominación con una vecina. Crecí en ésta iglesia que tiene unas costumbres, ritos y tradiciones por siglos. Aprendí a amar a Dios allí de niña mas cuando entré en la adolescencia y juventud me convertí en una religiosa. Quiero decir con ésto que asistía a la iglesia todos los domingos, me sentía bien conmigo misma porque cumplía y de lunes a sábado hacía lo que me diera la gana. Tantos años asistiendo a la iglesia y no tenía una relación con Dios. Creía lo que me decían porque yo misma no conocía las escrituras. Sí, oraba por las noches, pero nada de meter a Dios en mis decisiones diarias (a menos que estuviera en problemas), nada de consultar la Biblia para ver qué decía sobre el asunto que me preocupaba, es más no leía la Biblia, siempre ha sido recomendado pero nadie me dijo que fuera necesario. Mi Biblia como la de muchos otros estaba en mi casa, cojiendo polvo, pero allí estaba y eso era importante.
Pasaron muchos años y me mudé a este país (debo decir que Dios nos trajo aquí). Y con esta nueva vida, también llegó el momento de reencontrarme con Dios y aceptarlo nuevamente en mi vida, pero ésta vez en una denominación diferente a la que me crié. De entrada me enseñaron la importancia de leer la Biblia todos los días. Recuerdo que me dije a mí misma, «¿todos los días?» y empece a leerla dos a tres veces en semana, «algo es algo» me dije. Como Dios es fiel, con lo poco que leía él hizo mucho y fué transformando mi mente y mi corazón. Poco a poco me fuí enamorando de la palabra de Dios, poco a poco me fuí enamorando de su presencia y del conocimiento que emana de las escrituras. Aprendí que todo lo que me digan lo comparo con lo que dicen las escrituras y si concuerda lo acepto, si no concuerda lo rechazo. Y aquí estoy, no soy perfecta, ni pretendo serlo y sé que no lo seré hasta el día que nuestro Señor Jesucristo venga por nosotros. Pero de algo estoy segura, me esfuerzo por ser mejor cada día y aunque caiga, vivo por la gracia de Dios que me sostiene, me perdona y me levanta. Lucho a diario por mantener abierta esa comunicación con Dios que sólo se obtiene sacando el tiempo para él (tienes que proponértelo porque tendrás mil obstáculos para conseguirlo). Y éso es lo que deseo que otras personas conozcan y experimenten. Por eso existe este blog, para que todos tengan la misma oportunidad que tuvimos mi familia y yo.
Yo viví como religiosa, ahora vivo como cristiana y les aseguro que los beneficios de estar del lado del Jefe (Dios) son mayores que estar del otro lado.
Esto no se trata de ninguna denominación religiosa, esto se trata de Jesús. ¿Será posible asistir a una iglesia regularmente y no tener una relación con Dios? La respuesta es sí. ¿Sera posible que una persona que no asista a la iglesia con regularidad tenga una relacion con Dios? La respuesta es sí. No quiero que malinterpreten, es muy importante el congregarse, estar expuesto a la palabra de Dios y el compartir con otros creyentes, hay un poder y una unción especial en esto. Incluso la Biblia dice al respecto: «No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.» Hebreos 10:25
Lo que quiero recalcar es que una relación se construye en el dia a dia, en tu intimidad, en el sitio que designaste para el encuentro a diario con Dios. Es allí donde se crece espiritualmente, es allí donde recibes instrucción y revelación de parte de Dios. De ésta forma el congregarte con otros creyentes se convierte en una celebración, un tiempo de adoracion y como yo digo «recargar baterías» para el resto de la semana.
Te reto a comenzar éste día, si ya no la tienes, la relación más importante de tu vida. La relación con tu Padre Celestial, tu Salvador, tu guia, tu abogado y tu consolador. A él sea la gloria por siempre.
Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno mi alma te alaba, te glorifíca y te exalta. Venímos delante de tí con un corazón arrepentído y dispuesto a entrar en una relación íntima contigo. Entendemos que tú eres la fuente de vida y si no tenemos una buena relación contigo no podemos tener relaciones saludables con nuestra familia ni amigos. Todo comienza contigo, lo reconocemos en este día y te pedimos que el Espíritu Santo nos guíe en este camino que conduce a tí. Te damos gracias porque sabemos que nos escuchas y que oramos conforme a tu voluntad. Todo esto te lo pedímos en el nombre poderoso de Jesús. Amen.